A pesar de que Karina Arroyo Campos burló la muerte en 2009, tras recibir dos balazos sin razón alguna por uno de sus compañeros de trabajo, un guarda de seguridad, de apellido Sojo, del Banco de Costa Rica; actualmente se siente engañada por la Fiscalía, ya que desde hace dos años se olvidaron del caso y mantienen en libertad al sospechoso. 

Ese 1 de setiembre de 2009, el pronóstico de vida que daban los médicos era el peor, pues una de las balas ingresó por el muslo de la pierna derecha de la mujer, perforándole la vena cava inferior; mientras que el otro proyectil penetró su cadera y le dañó el intestino, colon y tejidos blandos de esa zona.

La joven, a sus 22 años, tras un doloroso proceso de meses, logró recuperarse y salir del centro de salud.

El 23 de julio de 2010, ella, junto con los abogados de Júrisis, Juan Diego Castro y Grazy Calvo, presentaron una querella ante la Fiscalía Adjunta del Segundo Circuito Judicial de San José, acusando a Sojo por el delito de intento de homicidio.

Sin embargo, la investigación contra el guarda de seguridad se estancó el 18 de Octubre de 2011. La última gestión que el fiscal a cargo realizó fue solicitarle al Instituto Nacional de Seguros (INS) que le dejara claro cuál era el tipo de contrato que mantenía la empresa Asesores en Seguridad Roma S. A., patronos del imputado, con la institución.

Karina confía que, ahora, su caso se agilice. “Ha sido una espera que parece eterna. Yo quiero que este asunto se acabe, no por venganza, sino para cerrar de una vez por todas este capítulo de mi vida. Confío que la nueva fiscal actúe con prontitud”, aseveró la joven.

Por este caso, aún continúa sufriendo alteraciones en el estado emocional, así consta en el informe pericial psicológico forense número SPPF-2009-1863, del 18 de diciembre de 2009, elaborado por las especialistas psiquiátricas: Cinthia López Castillo y Eugenia Víquez Hidalgo.

“Se evidencia que la evaluada está experimentando, de forma consistente, un cuadro clínico asociado con un trastorno de estrés postraumático, cuya manifestación sintomática es ubicada como posterior a la agresión con arma, con predominancia de la reexperimentación, comportamiento evitativo y síntomas de activación”.