Al Día

Días después de vivir la experiencia más dura de su vida, la jinete costarricense, Claudia Romero, se sienta en las noches a hacer un inventario lo sucedido. Los cinco días que estuvo en coma inducido tras el accidente durante su participación en los Juegos Ecuestres Mundiales, donde murió su caballo, todavía no ha podido terminar de descifrarlos. Un poco más tranquila, la atleta habló en exclusiva con Al Día, desde su cama en el hospital Avranches en Francia.

Días después del accidente, ¿cómo se siente?

Sorprendida, impresionada, con mucho que pensar. Aunque hace un año había tenido un acercamiento con nuestra religión católica, porque yo tuve un embarazo de alto riesgo, hay momentos en los que uno lo que tiene es ‘una oración de bombero’. Estoy sorprendida por ese poder de unión, el poder de Dios en mi vida. Yo estoy consciente que no había un pedazo de mí que quisiera morir, pero me morí, y hoy estoy aquí de nuevo. Hay una admiración hacia Dios y el cambio que provoca tanto interés de la gente hacia mí. Uno era hasta frío, veía una noticia fea y pasaba la página, pero la empatía que yo he sentido ha cambiado mi vida para siempre. No sé por qué pasó todo esto, pero soy alguien diferente.

¿Qué recuerda del accidente?

Me acuerdo de la carrera y de la ruta, que era muy dura, y que se fue complicando, entonces el caballo empezó a enojarse y a inquietarse , pero el golpe no lo recuerdo, cuando desperté ya estaba en el hospital. En la parte deportiva he tenido que hacer un inventario de todo lo que ha pasado conmigo y mis compañeros. Primero está el duelo por el caballo, es mi amigo. En el equipo decimos que uno más uno es uno pues así nos sentimos. El Dorado yo lo montaba desde hace años, ya lo conocía, lo amaba por su inteligencia y habilidad, era muy diferente a los otros.

¿Qué fue lo más difícil de ir asimilando todo?

Tuve que empezar primero por aceptar la muerte del Dorado. Superar la culpa de haberlo expuesto a eso, entender que no podía haberlo evitado. No obstante, es muy difícil, sobre todo los primeros días pues él se convirtió en mi compañero, en algo muy importante. He tenido que sacar el rato para perdonarme, luchar por superar esto y comprender que los dos estuvimos en el tiempo y lugar equivocados, nadie fue responsable de lo que nos pasó.

¿Cómo es para una persona el proceso de estar en coma?

Estar en coma no es estar completamente dormido, no estar vivo ni estar muerto. Es como tener un sueño loco. En el yo vi el accidente en un video antes de despertarme, pero lo vi por medio de un camarógrafo que estaba como filmándolo. No me vi a mí misma; sin embargo, vi cuando el caballo se puso impaciente, en un cruce no se esperó a que pasara el otro animal sino que lo sobrepasó y entonces fue cuando sucedió el golpe. Nosotros chocamos contra un árbol, pero en esa especie de video yo vi que chocamos contra una pared. Hay otras imágenes que yo vi que me narraron a mí lo que pasó hasta cierto punto. En otro video también visualicé los protectores que usan los caballos en las patas debajo del casco y supe que había muerto. Yo nunca vi a El Dorado sangrando, pero entendí que ya no estaba vivo. En mi locura le pedí a las enfermeras que me quitaran ese video porque no podía aceptar su muerte.

¿Qué fue lo primero que hizo al despertar?

Mi esposo me contó que cuando abrí los ojos lo primero que le dije llorando fue que había estado con mi abuela materna a quien yo había amado muchísimo y que murió hace siete años. Me dijo que yo le comenté que mi abuelita me explicó que no me podía quedar con ella, que tenía que devolverme. Yo después me quedé pensando y entendí lo que ella me quiso decir. Ella fue huérfana de madre desde los 12 años y no quería que mis hijos pasaran por lo mismo que ella.

¿Teme volver a montar?

Si a mí nadie me hubiera explicado lo del accidente, al despertarme yo ya estaría lista para irme a subir al caballo otra vez. Yo estaba tan emocionada antes de venir porque era la primera vez que un equipo completo representaba a Costa Rica. Yo puedo garantizarle que el lugar donde me siento más segura es en el lomo del caballo. Para mí no volver a subirme en un animal de esos sería un castigo o una condena. Yo me puedo ir a montar con un problema en la cabeza y me bajo con un montón de soluciones. Esa es mi paz.

¿Qué sentimientos tiene cuando empieza a recordar?

En la noche todavía tengo momentos de ansiedad, me siento a llorar de pensar en como me expuse a esto y expuse a mi familia, pero después me viene la paz de Dios y la calma al pensar que yo venía preparada para esto. El caballo estaba impecable, no le faltaba nada. Lo que pasó, tenía que pasar, estaba destinado.

Antes de viajar, usted manifestó que esta sería la mejor experiencia de su vida, después de lo ocurrido ¿sigue pensando igual?

Ahora esta vivencia es el doble de importante para mí. Si antes lo era, en la parte deportiva, por ser la primera mujer en clasificar a un Mundial, ahora después de sobrevivir a esto es mucho más. Aquí dejé mi vida, me vi obligada a entregarme a Dios. No puedo explicar las noches de dolor que tuve que pasar en las que dije: esta vida ya no es mía. Sin duda esto es lo más difícil por lo que tenido que pasar.

¿Cuál es su mayor deseo?

Lo que quiero es abrazar a mis dos bebés (Marcelo de 4 años y Montserrath de 1 año y seis meses). Es lo que suplico en este momento, pero Dios dirá cuando.

¿Cómo está físicamente?

Todavía tengo muchos dolores. Ahora me aparecieron unos en las costillas, pero estoy bien.

¿Ha pensado en su futuro como deportista?

No sé que va a pasar todavía con mi futuro de atleta. Estoy consiente de que esa es una decisión que no puedo tomar sola, tiene que ser con toda mi familia. No sé como se los voy a decir, como vayan a tomarlo, pero yo deseo seguir compitiendo. El doctor me dijo que hasta dentro de seis meses podré volver a intentarlo y lo haré. Ahora solo pienso en volver a casa a otra semana.