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De cal y de arena


Alvaro Madrigal

6/7/2007

Más que posible, parece probable que el referéndum convocado para decidir la suerte del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos se convierta en una consulta nacional sobre aprobación o rechazo del gobierno del presidente Arias. Podría salir airoso, pero hay grandes riesgos en medio. La forma en que esta administración se ha encerrado en un coso en el que solo existe el TLC; el sentido maniqueísta, casi intolerante y satanizador, que ha dado a las posiciones relativas al Tratado; un contexto en que empiezan a manifestarse dudas y decepciones porque ha pasado un año de lánguida cosecha; los términos en que despunta la campaña por el “sí” construida con indelebles tonos verdes. Esto es lo que arrastra la consulta nacional a un juicio de valor sobre el gobierno. Con un escuálido triunfo y un electorado al que no logró entusiasmar en 2006, don Oscar no ha podido multiplicar la base popular de apoyo y son los centros del poder económico y financiero los únicos exultantes. En ese contexto, la estrategia escogida puede resultar suicida y contribuir —guste o no— a un estrepitoso fracaso, no solo de la campaña en pro del TLC; también del buen nombre del gobierno, que quedaría reducido a la impotencia. Soberbio obsequio para los denostados y vituperados dirigentes del “no”.

Inobjetable la preocupación del Presidente de la República y del Ministro de Vivienda por los índices de pobreza y de inequidad, queda en berlina por el sentido demagógico y publicitario con que abordan el problema. No hace falta pregonar a los cuatro vientos cuánto y con qué sentido se dispone de los ingresos personales para ayuda a los pobres. Tampoco llevar fotógrafos, guardaespaldas y acordeón y montar todo un show para mostrarle al país que se comparte la tijereta de los pobres. Aunque no lo crean, en los bolsones de pobreza extrema y de exclusión social muchos conocen la dignidad y el estoicismo. Ofende aprovechar la debilidad y la frustración que causan a una quinta parte de nuestra población la pobreza y la exclusión para hacer demagogia de la más barata. Deleznable y vano esfuerzo para apuntalar una pretensión política, además contraproducente bumerán que suelen no advertir los favorecidos con los bienes materiales, habituados al autismo. Hay mucha gente piadosa, solidaria y desprendida; en delicado silencio. Pero quizá don Oscar y don Fernando crean que la eficacia de la caridad está en publicitarla para inducir a otros a practicarla. Aun en esa extremosa posición, la elegancia también es requisito.

En Normandía, ante miles de campesinos y en plena campaña política por las legislativas, Nicolás Sarkozy advirtió este 29 de mayo que Francia vetará en la OMC las propuestas de liberalización del comercio si Estados Unidos, India y Brasil no revisan su proteccionismo a la agricultura. Terminante, el Presidente de Francia dijo que no va a arriesgar la estructura social y política de Francia apuntalada en su poderosa agricultura, por consentir los subsidios de otros. Mensaje claro y elocuente, para tomar en cuenta ante las negociaciones que se vienen con la Unión Europea.

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