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Hostigamiento a la libre expresión


6/8/2007

“Hay acontecimientos que exigen de los hombres una respuesta inmediata y audaz; en ello está en juego su honor, y sin una respuesta no queda más remedio que perder toda esperanza con respecto a ellos”.

Hace más de un año fui estudiante en un centro académico, en donde se me vendió, y se me dijo que la “libertad de expresión” se encontraba en las fuentes éticas de la academia. Si la conducta del hombre resulta engañosa, una educación en donde se violenta la libertad de cátedra, es un ultraje a los verdaderos valores de una democracia liberal, tal como se vive en estos tiempos, es decir, una sociedad cerrada, encaminada a los únicos intereses capitalistas, como es el caso de la Universidad Internacional de las Américas.

Asistí a dos noches del año 2006 en donde se brindó una charla sobre 1856, cuyo expositor fue el gran educador e historiador Jorge Arturo Montoya Alvarado, que en ese momento era docente de la institución, y por casualidades de la vida, estaba presente en Costa Rica el tema del TLC. Después de la charla y de exorcizar los demonios de la historia, hubo un lapso para que surgieran preguntas por parte de los estudiantes, tanto de un momento como del otro: somos productos de la historia. El moderador, mediante las arpías medievales encargadas de organizar la charla, bloqueó las inquietudes que abarcaban, quizás no un todo, pero sí un momento crucial y decisivo de los pueblos latinoamericanos: el Cafta.

Visto yo en aquella circunstancia y por mi condición de hombre comprometido, corrí inmediatamente para que los otros estudiantes que no estaban muy informados de la realidad nacional, pudieran obtener las respuestas, sin embargo mi intento fue vano, ya que el moderador se encerró en sus casillas como buen tecnócrata que es, y por ende me dijo que él cumplía las órdenes de sus superiores, superiores que sujetan al individuo para convertirlo en un miembro servil del Estado ignorante temeroso de la libertad.

Después del acto tonto e inútil, y de dar el enfoque histórico solo de 1856, el expositor recogió su gran número de documentación y se marchó con el mismo vacío inútil del conocimiento entre seis paredes. No tiene sentido realizar un análisis histórico si no analizamos su alcance. Ese fue el punto que la U.I.A. no pudo entender. Un conocimiento que no es crítico no es serio, y si no tiende a una dialéctica está muerto.

Después de la circunstancia y otras más en que me vi implicado. Empezaron fuertes represalias en mi contra. Me bloquearon mi auto en el parqueo, un gran número de docentes y estudiantes optaron por el menosprecio, cuando bien luché para que ellos mismos fueran escuchados. Mi voz se fue escuchando como un grito en el universo en medio del dogma ignorante y parásito. Resulté ser engañado, y a la vez subordinado por no tener cuatro cartones de la sabia inteligencia capitalista.

El existir implica un compromiso de actitud ante nuestros criterios. El existir nos arroja a una calle de palabras, palabras que construyen las bellas cadenas del habla.

En mi corazón laten los caminos de la libre autoconciencia, en mi corazón se encuentra el soplo de los huracanes que dice que vivo al margen de un centro educativo, que inclusive llegué a sentir temor por lo que escribía, hablaba, ya que con el tiempo esos elementos de Heráclito contrarios ante un pasado-futuro en la U.I.A., eran inexistentes al no caber una dialéctica científica en su sistema de educación cerrado.

Una unidad académica que exige libros, antologías, es invisible cuando a un hombre se le niegan su libertad de pensamiento y expresión. Un ser es aquel que existe cuando los otros existen, y eso nos hace formar parte de la historia. La libertad se manipula por esa historia maquillada construida por cínicos que terminaron por labrar un sendero presente que terminó convergiendo con el engaño, la falta de responsabilidad y compromiso entre el hombre y la sociedad. La amenaza a la inteligencia es la respuesta del miedo a lo desconocido: nosotros mismos.


Ronny Pizarro Machado

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